La consultora KPMG realizó una encuesta en la cual cuatro de cada 10 encuestados admitieron que en sus compañías hubo algún hecho de fraude.
El caso Enron, tal vez el mayor fraude de la historia, fue el puntapié inicial para la sanción de la ley Sarbanes-Oxley (2002), la cual exige a las empresas que coticen en la bolsa de Estados Unidos que cuenten con un programa de compliance.
En nuestro país, las cuestiones éticas comienzan a tener especial relevancia recién en 2017, con la sanción de la ley 27.401 de Responsabilidad Penal Empresaria, por la que por primera vez las personas jurídicas son pasibles de recibir sanciones penales. Pero esta ley tiene un tinte diferenciador con las demás leyes, ya que el ánimo de la norma es incentivar y fomentar la adopción de buenas prácticas.
La función de compliance busca prevenir, identificar y gestionar riesgos a los que están sometidas las empresas, a través de un programa que contribuya a fomentar una cultura de cumplimiento de sus normas internas y externas.
Todas las organizaciones se encuentran expuestas a riesgos. Pero en el caso de las pymes, el hecho de no contar con programas efectivos de compliance puede ocasionarles un impacto enorme, y a veces irreversible.
¿Cuál es el beneficio de contar con un programa de integridad dentro de la empresa? Una de las razones que más influye y por las cuales las compañías deciden someterse a un programa de ética y compliance es para evitar o morigerar las sanciones que pudieran recibir sus directores o la misma empresa. Pero también es importante destacar otras aristas.
La norma establece que la existencia de un programa de integridad adecuado será condición necesaria para contratar con el Estado nacional (cuando los contratos superen cierto monto de dinero) y para poder participar en licitaciones de servicios públicos.
Por otro lado, la ley prevé que aquellas organizaciones que cuenten con un programa integral adecuado y que detecten la comisión de alguno de los delitos enumerados tienen la posibilidad de autodenunciarse y lograr la eximición o atenuación de su responsabilidad penal, evitando sanciones tales como multas o la suspensión de licitar.
Los programas de compliance deben estar diseñados teniendo en cuenta dimensión, actividad, riesgos y contexto de cada organización. No hay fórmulas exactas ni programas ideales que puedan imitarse; cada compañía debe aplicar el o los programas que más se ajusten a su realidad e ir haciendo las actualizaciones necesarias.
La consultora KPMG realizó una encuesta en la cual cuatro de cada 10 encuestados admitieron que en sus compañías hubo algún hecho de fraude.
La Asociación de Examinadores de Fraudes Certificados analizó el impacto que tenían los programas de compliance sobre las empresas, y las estadísticas arrojaron que la línea ética es el principal método de detección de fraudes y conductas irregulares en las organizaciones.
Estas encuestas reflejaron que el 53 por ciento de las denuncias de fraudes provienen de parte de los empleados, los cuales tienen conocimiento de muchos fraudes internos y no siempre los denuncian por no encontrarse inmersos en una cultura ética o porque los controles internos y canales de denuncia son muy débiles.
Las mismas encuestadoras demostraron que en las medianas empresas los fraudes tienen un impacto mucho mayor en comparación con las grandes organizaciones. Y no sólo eso: el tiempo promedio de detección de estas irregularidades oscila entre 18 y 24 meses.
Una pyme que no logre anticiparse y gestionar de modo adecuado sus riesgos tendrá que afrontar sanciones muy severas, tales como acciones penales y civiles, la eliminación de privilegios fiscales, el cierre de la compañía o el cuestionamiento mediático.
Un programa de integridad no le garantizará a la compañía estar exenta de riesgos, pero sí los disminuirá. Y en aquellos casos en los que se presenten irregularidades, permitirá detectarlas y gestionarlas con rapidez, con lo cual se logrará menor impacto.
La actividad empresarial moderna exige cada vez mayor cuidado en lo relacionado con la sustentabilidad organizacional. El cuidado de la reputación corporativa se volvió un tema crítico y está en todos los mapas de riesgos estratégicos de las organizaciones.
Por ello, contar con un programa de compliance le otorga a las empresas una reputación de confiabilidad, garantía y transparencia que repercute sobre todos los aspectos, incluido el económico.
* Abogado, integrante del Departamento de Compliance de Caballero, Rodríguez de la Puente & Laguinge